"Siempre supimos que la piel tenía una cubierta de flora saprófita -opina la doctora Lilian Moyano de Fosatti, docente autorizada de dermatología de la Universidad de Buenos Aires-, pero no que era tan variada."
Algunos datos de esta cartografía en escala liliputiense son sencillamente curiosos: el lugar que más diversidad albergó es el antebrazo, con 44 especies en promedio; el de menor diversidad resultó ser la zona que está detrás de la oreja, con sólo 19.
Las áreas seleccionadas lo fueron porque representan tres microambientes: oleoso, seco y húmedo. Las zonas oleosas estaban dentro de la nariz, en la axila, en el cuero cabelludo, en la parte superior del pecho y en la espalda. Las áreas húmedas, en el interior de la oreja, en el anverso del codo, en la zona que queda entre los dedos medio y anular, al costado de la cadera, detrás de las rodillas, en el ombligo. Las áreas secas incluyeron la parte interna del antebrazo, la palma de las manos y las nalgas.
La piel es una de las primeras líneas de defensa contra la enfermedad y el trauma, pero su eficacia depende del delicado equilibrio que se establece entre nuestras células y los millones de bacterias y otros microbios unicelulares que viven sobre su superficie.
Para preservarla, es imprescindible no practicar una higiene excesiva. Basta con un baño diario. "Si uno se baña tres veces por día, destruye el manto lipídico que protege la piel y que es muy necesario -dice la especialista-.
http://www.conicet.gov.ar/NOTICIAS/portal/noticia.php?n=4365&t=3
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario