viernes, 29 de agosto de 2008
jueves, 28 de agosto de 2008
La Historia del Mono
Sucedió cierto día, mientras el Mono trepaba a un árbol de la selva en que vivía, que una astilla se le clavó en la cola. Por más que lo intentase, no podía sacársela, de modo que fue a ver al barbero en el pueblo y le dijo:
-“Amigo Barbero, tengo una astilla en la punta de mi cola. Si puedes sacarla, te pagare muy bien.”
El barbero intentó quitarle la astilla con su navaja, pero en su lugar cercenó la punta de la cola del Mono. Éste, enojado, le gritó.
-“Barbero, Barbero, déme mi cola de vuelta; o sino me tendrá que dar su navaja.”
No había forma de poner la cola cercenada de vuelta en su lugar, de modo que el Barbero tuvo que darle su navaja en compensación.
Camino a casa, el Mono se encontró con una vieja mujer que cortaba ramas para el fuego de la cocina, y le dijo:
-“Abuela, eso parece un trabajo muy arduo. Si usa esta navaja que aquí traigo podrá cortarlas con facilidad.”
La vieja estaba muy complacida con la oferta y enseguida comenzó a utilizarla para cortar las ramas, pero no habiendo pasado mucho tiempo, la navaja se rompió. Fue entonces que el Mono gritó:
-“¡Abuela, abuela, me ha roto mi navaja! Deberá conseguirme una nueva, o sino me llevare toda la leña.”
La Abuela no tenía oportunidad de conseguirle otra navaja, de modo que le dio toda la leña que había juntado.
El Mono se llevó la mercancía y estaba yendo al pueblo a venderla cuando se encontró con una mujer sentada a la vera del camino haciendo galletas.
-“Abuela”, le dijo, “su leña esta casi consumida, tenga esta que aquí llevo para poder cocinar mas galletas.”
La mujer tomó las maderas y le agradeció por su generosidad, pero cuando la última rama se hubo quemado, el Mono que todavía se encontraba allí parado gritó:
-“¡Abuela, abuela, quemó usted toda mi leña! Ahora deberá entregarme todas sus galletas a modo de pago.”
La mujer no podía conseguirle toda esa madera seca al instante, y no tuvo más remedio que darle las galletas recién horneadas.
El Mono tomó las galletas y partió hacia el pueblo, pero en el camino se encontró con un perro que lo atacó y mordió tan feo como para darle muerte. Y el perro se comió todas las galletas.
Cuento folclórico filipino
http://www.revistaseda.com.ar/seda_16/nota_08.htm
-“Amigo Barbero, tengo una astilla en la punta de mi cola. Si puedes sacarla, te pagare muy bien.”
El barbero intentó quitarle la astilla con su navaja, pero en su lugar cercenó la punta de la cola del Mono. Éste, enojado, le gritó.
-“Barbero, Barbero, déme mi cola de vuelta; o sino me tendrá que dar su navaja.”
No había forma de poner la cola cercenada de vuelta en su lugar, de modo que el Barbero tuvo que darle su navaja en compensación.
Camino a casa, el Mono se encontró con una vieja mujer que cortaba ramas para el fuego de la cocina, y le dijo:
-“Abuela, eso parece un trabajo muy arduo. Si usa esta navaja que aquí traigo podrá cortarlas con facilidad.”
La vieja estaba muy complacida con la oferta y enseguida comenzó a utilizarla para cortar las ramas, pero no habiendo pasado mucho tiempo, la navaja se rompió. Fue entonces que el Mono gritó:
-“¡Abuela, abuela, me ha roto mi navaja! Deberá conseguirme una nueva, o sino me llevare toda la leña.”
La Abuela no tenía oportunidad de conseguirle otra navaja, de modo que le dio toda la leña que había juntado.
El Mono se llevó la mercancía y estaba yendo al pueblo a venderla cuando se encontró con una mujer sentada a la vera del camino haciendo galletas.
-“Abuela”, le dijo, “su leña esta casi consumida, tenga esta que aquí llevo para poder cocinar mas galletas.”
La mujer tomó las maderas y le agradeció por su generosidad, pero cuando la última rama se hubo quemado, el Mono que todavía se encontraba allí parado gritó:
-“¡Abuela, abuela, quemó usted toda mi leña! Ahora deberá entregarme todas sus galletas a modo de pago.”
La mujer no podía conseguirle toda esa madera seca al instante, y no tuvo más remedio que darle las galletas recién horneadas.
El Mono tomó las galletas y partió hacia el pueblo, pero en el camino se encontró con un perro que lo atacó y mordió tan feo como para darle muerte. Y el perro se comió todas las galletas.
Cuento folclórico filipino
http://www.revistaseda.com.ar/seda_16/nota_08.htm
sábado, 23 de agosto de 2008
viernes, 22 de agosto de 2008
domingo, 17 de agosto de 2008
Los Diez Mandamientos (de la Pereza)
1-Amar al descanso por sobre todas las cosas.
2-No armar la cama en vano.
3-Santificar la siesta.
4-Honrar al catre.
5-No ordenar.
6-No realizar actividad física.
7-No limpiar.
8-No levantar las tazas sucias ni sacar la basura.
9-No desear cortar el pasto.
10-No intentar poner la mesa.
"No hagas nada por ti mismo"
2-No armar la cama en vano.
3-Santificar la siesta.
4-Honrar al catre.
5-No ordenar.
6-No realizar actividad física.
7-No limpiar.
8-No levantar las tazas sucias ni sacar la basura.
9-No desear cortar el pasto.
10-No intentar poner la mesa.
"No hagas nada por ti mismo"
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